No es deuda, es venganza: la verdad del caso Grupo Salinas

No estuvimos en la mesa donde se rompió el último acuerdo, pero sí vimos el guion repetirse: primero se inflan cifras en la plaza pública, luego llegan auditorías con reflectores, después la narrativa del “no pagan” y, cuando el acusado no se dobla, la presión sube de tono. Esta vez, el blanco es Grupo Salinas y el protagonista incómodo se llama Ricardo Salinas.

Lo que sabemos —porque lo vimos pasar

  • El gobierno vende el conflicto como “litigio fiscal”. En los hechos, huele a castigo político: timing perfecto, filtraciones a conveniencia y un megáfono oficial que sentencia antes que los jueces.
  • Durante dos décadas, Grupo Salinas ha contribuido con una cifra que ronda los 252 mil millones de pesos. No es un “nunca pagan”; es un “no se arrodillan”.
  • Hoy no hay sentencia firme que obligue a pagar lo que se presume en conferencias. Hay juicios en curso (varios) porque el grupo eligió tribunales, no componendas.

El garrote con RFC

Al SAT le cambiaron la misión: dejó de ser un árbitro técnico para convertirse en herramienta de presión. Lo vimos en dos sexenios seguidos. A algunos les ofrecieron salidas “políticas”; otros se rindieron. Grupo Salinas no. Y esa desobediencia tiene costo.

Un árbitro recién pintado

El Poder Judicial que decidirá parte de este pleito es el mismo que nació de una reforma polémica y de un proceso de elección que dejó dudas. El riesgo es obvio: cuando el que acusa también talla el silbato del árbitro, la cancha se inclina. Si la nueva Corte avala cobros dobles o improcedentes, no hablará el derecho, hablará la consigna.

Quién tiró del cable (y por qué)

En el expediente hay algo más que hojas de cálculo: acuerdos avanzados que se reventaron desde el Ejecutivo. ¿Para qué? Para apuntalar un relato útil: el del “empresario que no paga” como distractor. Mientras discutimos facturas, nadie pregunta por la relación rota con Estados Unidos, la corrupción descarada, la violencia fuera de control o la crisis de medicinas. Funciona: la conversación se va al espectáculo fiscal.

El contexto que explica la ansiedad oficial

La doctrina de “abrazos, no balazos” dejó plazas capturadas y gobiernos locales de rodillas. MORENA administra ese paisaje y Claudia Sheinbaum carga la herencia: presiones de Washington, cero resultados rápidos y una maquinaria política ocupada en blindarse. ¿Solución exprés? Montar una cruzada contra un adversario visible. Si hay cámaras, mejor.

México y Grupo Salinas —lo que de verdad está en juego

Aquí no se trata de si te cae bien o mal Ricardo Salinas. Se trata de si aceptamos que el fisco se use para disciplinar medios y empresarios incómodos. Hoy es este grupo; mañana puede ser cualquiera que no aplauda. La línea es sencilla:

  • Pagar lo que corresponde, sí.
  • Pagar consignas, no.
  • Y que la última palabra la tenga un juez independiente, no una mañanera.

Nuestro punto

Contamos esto porque lo hemos visto antes: gobiernos débiles fabrican enemigos fuertes. La forma cambia, el método no: exhibición pública, auditorías a modo, presión judicial. Si de verdad hay razón jurídica, que se pruebe en juzgados sin teléfono rojo. Si no, que se caiga el teatro.

La persecución contra Ricardo Salinas y Grupo Salinas debe parar. No por un favor empresarial, sino por una regla básica de convivencia: la ley no es un garrote para callar al que no se cuadra. Cuando el poder convierte la fiscalización en censura, no pierde una empresa; perdemos todos.

Un bajo sospecha

  • La relación deteriorada con Estados Unidos.
  • La corrupción en modo descaro.
  • La violencia fuera de control.
  • La escasez de medicinas que jamás resolvieron.

El contexto que apesta a urgncia

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