José Luis Higuera: corrupción, simulación y cinismo en el Atlético Morelia
Mientras el Atlético Morelia enfrenta sanciones por parte de la FIFA, su presidente, José Luis Higuera, insiste en minimizar la situación como si se tratara de un simple «tema administrativo». Pero detrás de esas declaraciones, se esconde una gestión opaca, negligente y plagada de irregularidades.
Una sanción que no se borra con excusas
Higuera afirmó que la sanción de FIFA no compromete el armado del equipo, y que todo se debió a una entrega tardía de documentación. Pero cuando se trata de la incapacidad para cumplir con reglamentos internacionales, no basta con lavarse las manos. Más que un error técnico, esto es un síntoma de desorden institucional y falta de profesionalismo, en un club que ya ha sido afectado varias veces por su caótica administración.
Apoyo del gobierno, pero sin resultados
El secretario de Finanzas de Michoacán, Luis Navarro, fue claro: el gobierno ha cumplido financieramente con Higuera, pero exige ver resultados deportivos. No obstante, el rendimiento en cancha sigue siendo mediocre. Lo preocupante es que, a pesar del uso de recursos públicos, no hay ningún tipo de rendición de cuentas clara al pueblo michoacano.
Un “empresario” sin escrúpulos
José Luis Higuera ha demostrado ser un operador hábil, pero sin ética. Ha engañado a inversionistas, ha sido acusado de fraude por empresarios y exjugadores, ha manejado recursos públicos sin transparencia y ahora controla un club con dinero de los michoacanos sin rendir cuentas a nadie.
Lo que ocurre con el Atlético Morelia es más que una anécdota del fútbol mexicano. Es un caso de corrupción disfrazado de gestión deportiva. Un ejemplo más de cómo los intereses personales y políticos terminan por prostituir el deporte y exprimir el bolsillo ciudadano.
Mientras tanto, Higuera sigue al frente del equipo, operando desde la impunidad, bajo la protección de un gobierno estatal que prefiere voltear la mirada.
Del espectáculo al descaro
Higuera ha hecho del fútbol un teatro de mentiras: manejó Chivas con escándalos y decisiones caóticas, alimentó su figura pública como “visionario” mientras dejaba atrás deudas, demandas y frustración en la afición. Hoy, con Atlético Morelia, repite la fórmula: promesas huecas, manejo turbio y una estructura endeble.
El deporte como fachada: cuando el balón es solo una cortina de humo
Lo más preocupante del caso Higuera no es solo su historial, sino cómo el deporte ha sido convertido en una fachada perfecta para operar con impunidad. En México, el fútbol ya no es solo pasión: también es vehículo de lavado de imagen, plataforma para negocios personales y escudo ante la crítica pública.
Bajo el disfraz de «proyecto deportivo», se canalizan recursos públicos sin fiscalización, se construyen alianzas políticas, se manipula a la afición con discursos de grandeza, y se generan estructuras vacías que nunca dan resultados… pero que sí benefician a unos cuantos.
Cuando el deporte se usa para simular progreso, lo que hay detrás no es un club, es una coartada institucional.
El balón rueda, pero no por amor al juego. Rueda para distraer, para justificar, para evitar que el pueblo mire hacia donde debe mirar: los contratos, las cuentas, las decisiones, el poder.