Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización de Morena e hijo del presidente, ha vuelto a generar polémica con sus declaraciones y actitudes que contradicen el discurso de “austeridad republicana” que tanto pregona su movimiento.
No hace mucho aseguraba:
“No somos estos juniors abusivos del poder”,
intentando deslindarse del estigma de privilegio que ha acompañado a su familia desde que llegaron al poder.
Sin embargo, sus actos desmienten sus palabras. Mientras millones de mexicanos enfrentan una situación económica difícil, López Beltrán disfruta vacaciones en Japón, acompañado de figuras cercanas al poder, hospedado en hoteles costosos y con un estilo de vida que nada tiene de austero ni humilde.
Ante las críticas, reaccionó con victimismo, acusando a sus “adversarios” de haber enviado espías para seguirlo. Además, trató de justificarse asegurando que todo lo pagó con su dinero y negando el uso de aviones privados o recursos del Estado. Aun así, no logra explicar cómo un funcionario de partido, sin cargo público formal, puede costear viajes y hospedajes de lujo mientras presume vivir en la “justa medianía”.
Para adornar su defensa, lanzó frases moralistas como “el poder es humildad” o “austeridad es un asunto de principios”, completamente desconectadas de sus acciones. Una cosa es el discurso, y otra muy distinta, el ejemplo.
Algunos dentro de su círculo cerraron filas, minimizando el escándalo y calificando las críticas como clasismo o racismo, desviando la atención del verdadero problema: el cinismo de quien predica una cosa y vive otra.
Incluso desde el gobierno, aunque con tibieza, se le recordó que “el poder se ejerce con humildad y sencillez” y que cada quien será reconocido por su comportamiento.
Este episodio deja al descubierto la doble moral que caracteriza a la 4T: mientras se golpea al “conservadurismo” y se exige sacrificio al pueblo, los hijos del presidente disfrutan privilegios y lujos que cualquier político del pasado hubiera envidiado. La supuesta transformación es, una vez más, puro discurso. El fondo es el mismo: poder para unos pocos, disfrazado de pueblo.