México acaba de aprobar en el Congreso la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) 2026, en la que se incluye un “detalle” muy conveniente: la FIFA y todas las empresas que participen en el Mundial 2026 no pagarán impuestos.
Sí, así de simple.
Después de una sesión de casi cuatro horas, el Senado avaló la propuesta con 79 votos a favor de Morena, PT y PVEM y 37 en contra del PAN, PRI y MC.
Con eso, se oficializó un régimen de privilegio fiscal para la FIFA, las televisoras, cadenas hoteleras, agencias de viajes, aerolíneas y todo aquel que toque algo relacionado con la Copa del Mundo.
El artículo 25 transitorio lo deja claro: desde el último cuatrimestre de 2025, todas las personas físicas o morales, nacionales o extranjeras, involucradas en el Mundial quedarán libres de pagar impuestos y cargas administrativas.
Mientras tanto, el ciudadano común sigue pagando IVA, ISR, gasolina, y hasta las “aportaciones solidarias” inventadas cada año para tapar huecos del gasto público.
Pero claro, a la FIFA no se le toca ni con el pétalo de un recibo del SAT.
El senador Raúl Morón Orozco lo confirmó sin pena:
“Está planteado para todas las empresas que participen directamente en la organización del Mundial… las televisoras, hotelería, viajes, todas.”
Y sí, la justificación oficial es la misma de siempre: el turismo.
Según la Secretaría de Turismo y la Secretaría de Hacienda, el Mundial dejará “entre 1,800 y 3,000 millones de dólares” y atraerá a 5 millones de visitantes.
Pero eso no explica por qué una corporación con ganancias de miles de millones al año necesita un rescate fiscal en México.
El senador Luis Donaldo Colosio lo resumió con una frase que debería dolerle a más de uno:
“No estoy en contra de atraer inversiones o turismo, estoy en contra de la incongruencia del mensaje que mandamos al contribuyente mexicano, al pequeño empresario que sí paga.”
Porque sí: el mensaje es claro.
Si eres pequeño o mediano empresario, el SAT te persigue.
Si eres la FIFA, te abren la alfombra roja y te ponen un moño fiscal.
Para acceder a la exención, las empresas deberán registrarse ante una subsidiaria de la FIFA y reportarlo mensualmente al SAT, que actuará prácticamente como oficina auxiliar del organismo deportivo.
Un país entero poniéndose al servicio del dinero extranjero… mientras su propia gente paga la fiesta.
Así que, mientras se reparten discursos de “soberanía económica” y “austeridad republicana”, la realidad es otra:
México se arrodilla ante la FIFA, perdona sus impuestos, y castiga a quienes sí sostienen este país con su trabajo.
Si eso no es neoliberalismo disfrazado de transformación, ya no sabemos qué lo sea.

