El Presupuesto de Egresos 2026 ya está en el Diario Oficial y confirma que los diputados federales recibirán un aumento de 113 mil 739 pesos al año. Lo negaron, lo escondieron, lo disfrazaron, pero ahí está. Un millón 307 mil pesos será el ingreso anual de cada legislador.
Y la pregunta ya no es moral ni filosófica. Es simple: ¿cómo justifican este aumento en un país donde millones viven al día, donde la inseguridad domina regiones enteras y donde el Estado no puede garantizar lo básico?
Mientras la población batalla con salarios mínimos que no cubren ni la canasta básica, los legisladores se aprobaron incrementos en prácticamente todos sus beneficios:
– Más de 62 mil pesos de aumento al sueldo base.
– Aumento al aguinaldo.
– Un nuevo seguro de vida que casi llega a los 60 mil pesos.
– Y un ajuste al apoyo para “mitigar” el ISR que ahora sube a 67 mil 785 pesos.
Este dinero extra supera lo que muchas familias mexicanas ganan en todo un año trabajando jornadas completas. Pero en San Lázaro no hubo debate real ni consideración del contexto del país. Hubo autopremio.
El contraste es evidente: mientras la violencia sigue cobrando vidas todos los días, mientras el crimen controla municipios, mientras miles de mexicanos viven con miedo o con hambre, los diputados deciden que su prioridad es ganar todavía más.
En México la realidad es desigual, pero el mensaje del Congreso es claro:
el país puede estar mal, pero ellos siempre van a estar bien.
