Salinas Pliego: el nuevo desafuero de la 4T

Veinte años después, México vuelve a vivir la misma historia, pero con los papeles invertidos.
En 2005, Andrés Manuel López Obrador se presentaba como la víctima del poder, el político perseguido por un gobierno que usaba la ley para destruirlo.
En 2025, su movimiento está haciendo exactamente lo mismo, solo que ahora desde el trono.
Y el blanco se llama Ricardo Salinas Pliego.

El guion es el mismo: se toma un tema legal, se reviste de “asunto técnico” y se vende a la opinión pública como la lucha de un gobierno justo contra un ciudadano privilegiado.
En aquel entonces, Vicente Fox decía que el desafuero de López Obrador “no era político, sino la aplicación de la ley a todos por igual”.
Hoy, Claudia Sheinbaum asegura que el caso contra Salinas Pliego “no tiene nada que ver con la política, solo con los impuestos”.
La ironía es tan perfecta que duele.

El déjà vu del poder

El discurso del poder nunca cambia, solo cambia quién lo pronuncia.
En 2005, el vocero Rubén Aguilar repetía hasta el cansancio que lo de López Obrador era un tema “técnico y jurídico”.
Hoy, los nuevos voceros del régimen repiten la misma frase, solo que con distinto uniforme.
Dicen “nada ni nadie por encima de la ley” mientras el gobierno entero gira alrededor de un solo interés: castigar al que no se arrodilla.

Y si alguien cree que esto es una exageración, basta con mirar las cifras: más de 230 menciones a Salinas Pliego y sus empresas en las mañaneras de López Obrador y Sheinbaum.
Ningún empresario, político o periodista ha recibido tanta atención presidencial.
No es una auditoría, es una campaña de demolición pública.

De la independencia judicial al control absoluto

En 2005, aún existía un concepto llamado independencia judicial.
La Corte podía resistir presiones y los jueces todavía se atrevían a disentir.
Hoy, ese principio está enterrado bajo toneladas de lealtad política.
La 4T convirtió el “no mentir, no robar, no traicionar” en un manual de simulación:
se miente con discursos morales, se roba legitimidad y se traiciona la memoria de lo que alguna vez se criticó.

Sheinbaum dice que el tema “no es político”, mientras su equipo celebra cada golpe mediático contra el empresario.
El SAT y la Procuraduría Fiscal se convirtieron en la nueva policía política del siglo XXI: no encarcelan opositores, los asfixian con auditorías y multas millonarias.
El mensaje es claro: o te sometes, o te desangramos en tribunales.

El espejo que no quieren mirar

Lo más irónico es que la 4T, nacida del agravio del desafuero, terminó repitiendo el mismo error de Fox.
Aquel intento por encarcelar a López Obrador lo convirtió en mártir y le dio la presidencia años después.
Hoy, Sheinbaum y su gobierno podrían estar fabricando su propio antagonista:
un empresario mediático, poderoso y con recursos para resistir y contraatacar.

El intento de “disciplinar” a Salinas Pliego no solo exhibe una vendetta política, sino una peligrosa involución autoritaria:
el uso del Estado como arma personal.
Ya no se necesita un Congreso que vote el desafuero.
Hoy basta una orden desde Palacio Nacional, una “línea” a la Corte y una conferencia mañanera para dictar sentencia.

El montaje como política de Estado

Mientras tanto, el gobierno se entretiene con montajes que buscan humanizar a la presidenta.
Ahí está la caminata “espontánea” de Sheinbaum por el Centro Histórico, rodeada de jóvenes que curiosamente estaban acomodados por bloques, cámaras listas y un equipo de producción al acecho.
Y el clímax: un hombre que, de la nada, logra acercarse, abrazarla y besarla en el cuello, mientras el cuerpo de seguridad observa con sospechosa tranquilidad.
¿Seguridad fallida o escena ensayada?
Difícil creer que el Estado Mayor —disfrazado de austeridad— deje pasar algo así.
Parece más bien otro acto de marketing emocional, donde el mensaje no es proteger, sino producir empatía.

Michoacán, el laboratorio del control

Y como si el guion necesitara un tercer acto, el gobierno decide intervenir en Michoacán.
Tras el asesinato del exalcalde Carlos Manzo, su viuda, Grecia Quiroz, aparece en Palacio Nacional… y horas después es nombrada alcaldesa sustituta por el Congreso local.
¿Coincidencia? No la hay.
Es la vieja fórmula de control político: negociar el duelo, administrar la tragedia y colocar piezas leales antes de que la indignación crezca.

El nuevo desafuero

El desafuero de 2005 terminó fortaleciendo a su víctima.
El de 2025 podría hacer exactamente lo mismo.
López Obrador fue el perseguido que se convirtió en presidente; Sheinbaum podría ser la presidenta que fabricó un nuevo opositor con su propio abuso de poder.

El régimen parece no entender que los perseguidores de hoy son los perseguidos del mañana.
Y que el karma político, como la historia, no perdona la hipocresía.

El “nuevo desafuero” no necesita quitarle el fuero a nadie; basta con usar la ley como garrote.
Pero toda cacería deja huellas, y esta ya huele a revancha, no a justicia.

Por admin

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